Senderos tranquilos en 48 hectáreas de bosque nuboso – Caminatas fáciles y autoguiadas, ideales para parejas mayores que quieren reconectar con la naturaleza a su propio ritmo.
Tour de café que se siente como una clase con alma – Guiado por locales cálidos y apasionados que comparten saberes culturales y ecológicos. Cambiará tu forma de ver el café.
Talleres de cocina auténtica – Recetas tradicionales costarricenses, hechas con las manos y el corazón en un ambiente relajado.
Gran biodiversidad y un entorno silencioso – Colibríes, mariposas y árboles más antiguos de lo que imaginas, sin multitudes ni ruido.
Gente cálida y experiencias con sentido – Cada momento se siente personal, respetuoso y lleno de corazón.
"La naturaleza nunca se apura, pero todo se cumple."
Ese pensamiento nos vino a la mente mientras caminábamos de la mano, rodeados de árboles que tocaban el cielo. Nuestra visita al Santuario Ecológico de Monteverde fue justo eso: pausada, profunda y llena de significado.
Como pareja mayor, buscamos lugares que nos inspiren sin agotarnos. Este santuario no solo nos dio paz. Nos regaló conexión, cultura y la taza de café más memorable que hemos probado.
Viajar como pareja mayor tiene su propio ritmo. Nos atraen los sitios que no exigen velocidad, sino que invitan a estar presentes. El Santuario Ecológico de Monteverde parecía hecho para nosotros.
No había multitudes, ni ruido, ni prisas. Solo senderos serenos, cantos de aves y pausas para respirar con calma. Los caminos son suaves bajo los pies, con bancos ubicados en puntos estratégicos, y nada se sintió físicamente exigente.
Pero más allá de la comodidad, lo que más valoramos fue el espíritu de la experiencia: amable, auténtico y guiado por personas que se tomaron el tiempo de conectar con nosotros. Si buscas un viaje con sentido, donde cada instante traiga paz y aprendizaje, este lugar es ideal.
Enclavado en el corazón del bosque nuboso de Costa Rica, el Santuario Ecológico de Monteverde es mucho más que un destino turístico. Es un proyecto de conservación familiar iniciado por Doña Mireya en 1999, con el objetivo de proteger la tierra y compartirla con respeto.
Con 48 hectáreas de bosque protegido, alberga árboles nativos, plantas medicinales, aves de vivos colores y senderos que invitan a caminar sin prisa. Pero lo que más nos conmovió fue la intención detrás de todo: conservar la naturaleza, educar a otros y fortalecer a la comunidad local.
No necesitas ser senderista para disfrutar este lugar. Los senderos son autoguiados, bien señalizados y fáciles de seguir. Caminamos sin apuros, deteniéndonos cuando queríamos, sin cansancio ni esfuerzo.
El santuario abarca 48 hectáreas de bosque, lo que da espacio para perderse entre sonidos de aves y el susurro de las hojas. A veces estábamos completamente solos. Sentíamos que el tiempo se detenía.
Hay bancos para descansar, cantos por doquier y una calma rara de encontrar. Si viajas con tu pareja y deseas reconectar con la naturaleza sin estrés, este lugar es un verdadero tesoro.
Durante el paseo vimos colibríes, mariposas azules brillantes y hasta un curioso armadillo cruzando nuestro camino. La diversidad de vida es asombrosa.
Cada árbol parecía contar una historia. Algunos eran tan altos que solo podíamos mirar hacia arriba, maravillados. Fue como entrar en un mundo silencioso, vivo y acogedor.
Habíamos hecho otros tours de café… pero nada como este. Aquí no se trata solo de observar: se trata de sentir. Tocamos la tierra, olimos los granos, probamos el café y escuchamos relatos que han pasado de generación en generación.
Lo que realmente marcó la diferencia fue la gente. Desde la guía hasta el equipo de la finca, todos fueron cálidos, cercanos y apasionados. Se percibía su amor por la tierra y su deseo de compartirla.
Nuestra guía creció en la finca. Nos enseñó sobre permacultura, métodos orgánicos y cómo cada decisión se toma con respeto hacia la naturaleza. No fue un tour, fue una clase, una conversación, un verdadero aprendizaje.
¿La verdad? Cambió nuestra forma de ver el café. Hemos tomado miles de tazas, pero esta fue la primera vez que comprendimos de verdad de dónde viene y cuánto corazón hay en cada grano.
Compartir esta vivencia lo hizo aún más especial. Hicimos preguntas, sacamos fotos, reímos y saboreamos el café con orgullo.
El equipo nunca nos apresuró ni nos hizo sentir como parte de un grupo más. Se tomaron su tiempo, respondieron con paciencia cada duda.
Si tú y tu pareja disfrutan aprender algo nuevo juntos, esta experiencia es para ustedes. No es comercial ni apresurada. Es íntima, reflexiva y profundamente humana.
La experiencia del café no terminó con la clase. Participamos en un ritual: agradecer a la tierra, honrar a quienes cultivan y compartir el café como símbolo de unión.
Una vez más, fue la gente quien marcó la diferencia. Su amabilidad, conocimiento y forma de recibirnos hizo que se sintiera como algo sagrado, no una simple actividad.
Vinimos a tomar café, pero nos fuimos con una comprensión más profunda de su valor en la vida costarricense.
Más tarde, participamos en un taller tradicional de cocina. Hicimos tortillas desde cero, con ingredientes locales y técnicas ancestrales.
Nos reímos, nos ensuciamos las manos y compartimos la comida con otros visitantes. Fue como estar en casa, no en una parada turística.
Es fácil enamorarse del bosque. Pero al conocer a la familia detrás del Santuario Ecológico de Monteverde, todo cobra un nuevo sentido.
Doña Mireya y su familia han cuidado esta tierra desde 1999. Mucho antes de la llegada de los turistas, ya sembraban árboles, protegían la fauna y vivían con profundo respeto por el bosque. Su visión no fue solo construir un santuario, sino crear un espacio donde naturaleza, cultura y personas convivan en armonía.
Mientras caminas por la propiedad, ves su huella en todo: desde los carteles pintados a mano hasta las recetas heredadas en la cocina. No es un negocio cualquiera. Es un sueño cultivado por generaciones. Y eso se nota en cada sonrisa, en cada sendero cuidado y en cada historia compartida junto a una taza humeante de café.
A veces viajar se siente como tomar. Pero aquí, se siente como dar.
Cada visita al Santuario Ecológico de Monteverde apoya un cambio real y constante. Parte de cada entrada se destina a proyectos de reforestación dentro de las 48 hectáreas protegidas. Se replantan especies nativas y se restauran hábitats para la fauna local.
El santuario también emplea y capacita a miembros de la comunidad, desde jóvenes guías hasta cocineras y artesanos. Aplican sistemas de cero residuos, cultivan de forma orgánica y priorizan productos locales. Todo forma parte de un compromiso con una economía circular que fortalece a Monteverde desde adentro.
Como visitantes, nos sentimos orgullosos de formar parte de algo positivo. No solo caminamos por un bosque: ayudamos a protegerlo. Y esa sensación permanece mucho después del viaje.
Antes de venir, leímos muchas reseñas. Ahora entendemos por qué tantas personas regresan. Algunas frases que recordamos:
“Aprendí más en dos horas aquí que en todo el viaje.”
“Un lugar mágico donde te tratan como amigo, no como turista.”
“Huele a vida, a café y a amor por la tierra.”
Y tenían razón. El Santuario Ecológico de Monteverde es real. Honesto. Discretamente inolvidable.
Nos encantó explorar con calma, aprender con profundidad y sentirnos realmente bienvenidos. Desde el primer saludo hasta el último sorbo de café, fuimos parte de algo sincero y hermoso. Aquí no solo enseñan: logran inspirarte.
Cómo llegar y qué llevar
A pocos minutos en auto desde el centro de Monteverde.
Hay estacionamiento y baños disponibles.
Lleva zapatos cómodos, repelente natural, una botella reutilizable y binoculares si puedes.
Puedes recorrer los senderos por tu cuenta o reservar un guía para una experiencia más completa.
Mejor momento para visitar
Las mañanas son ideales para observar aves.
La estación seca (de diciembre a abril) es perfecta para caminatas relajadas.
Pregunta con anticipación si deseas participar en talleres o sesiones de café, ¡se llenan rápido!
Nuestra respuesta: ¡Sí, con el corazón!
Este lugar no es solo para amantes de la naturaleza. Es para quienes valoran los momentos tranquilos, el aprendizaje profundo y las historias contadas con amor.
Si tú y tu pareja buscan un lugar donde desacelerar, descubrir algo nuevo y dejarse conmover por la belleza natural y cultural, el Santuario Ecológico de Monteverde es imperdible.
¿Y tú? ¿Cuál fue el último lugar que tocó tu alma?